28.11.05

Inmigración ilegal (o Vámonos pa'l otro la'o)

"Si sacáramos a todos los ilegales de Estados Unidos en este momento, terminaríamos con la industria alimentaria, la gran mayoría de los hoteles, y todo el sector de servicios. Si detenemos [la inmigración], nuestra economía sufrirá un paro repentino."

Larry Nelson,
Alcalde de Yuma, Arizona

Foto: Paul Connors (AP)

Ésa es más o menos la traducción de una cita que encontré en un artículo del Washington Post. El texto me hizo recordar la película "Un día sin mexicanos" en la que California queda paralizada cuando la población de procedencia hispana de repente desaparece del estado y el caos en las ciudades y en el campo es atroz. De manera humorística, Sergio Arau aborda el tema de la inmigración mexicana en Estados Unidos y plasma en la pantalla un problema hipotético que en poco tiempo definirá las relaciones México-Estados Unidos.

Para muchos terratenientes y rancheros de los estados americanos fronterizos este problema no tiene nada de humorístico ni de hipotético. Desde el año pasado, hectáreas enteras de cultivos se han perdido debido a la escasez de mano de obra. Coincidentemente, fue el año pasado cuando empezaron a reportarse con mayor vehemencia los ataques clandestinos sobre los inmigrantes ilegales de los minutemen, una organización civil que ha decidido tomar cartas en el asunto y patrullar la frontera sur del país ya que su gobierno no ha respondido a sus demandas. Con esto no aplaudo la inmigración ilícita ni promuevo el cruce de "mojados" y la separación de familias cuyas cabezas buscan mejores oportunidades para sí y para sus familias. Sin embargo, sí condeno la caza de ilegales que los autodenominados minutemen y otros ciudadanos "patriotas" sin afiliación han emprendido. También condeno la falta de interés de los gobiernos federales y estatales, tanto en Estados Unidos como en México, de dar a este asunto la mayor prioridad en sus ocupadas agendas.

La región de Yuma, Arizona, que provee hasta 90% de la oferta de lechuga en todo Estados Unidos, es un ejemplo de la necesidad de abordar el tema de la inmigración ilegal cuanto antes. Se estima que esta temporada habrá una escasez de al menos 32,000 trabajadores, mientras el promedio de contrataciones es de 54,000. Desde el año pasado se registraron pérdidas significativas en el campo, como lo constatan los 300 millones de dólares que perdió el cultivo de pasas en el valle de San Joaquín en California. Todo porque no hay suficiente mano de obra que trabaje y recolecte los frutos a tiempo.

Desde luego, el problema no es sólo de oferta de mano de obra ni de pérdidas pecuniarias. El tema de la inmigración ilegal toca muchas fibras sensibles tanto para los americanos como para los mexicanos. Nuestros vecinos del norte se preocupan, con razón, del despilfarro de recursos en materia de seguridad y los estragos que la inmigración ilegal causa en los presupuestos locales, la provisión de bienes públicos, el pago de impuestos, y la gestión de programas sociales como el seguro social y las pensiones. Para los mexicanos la fuga de trabajadores es un síntoma inconfundible de la pobreza que vive nuestro país. La desesperación lleva a los trabajadores a separarse de sus familias y arriesgarlo todo bajo un despiadado sol en el desierto, un río traicionero o una bala perdida. Para nosotros, los costos de la inmigración ilegal no se calculan en dólares, sino en vidas.

Y todo por la incapacidad política y de negociación de nuestros líderes.